domingo, 4 de marzo de 2012

Un tren de llegada

Sin embargo había bien preparado ese viaje. Durante muchos años había ido aprendiendo en la familia, en la  escuela, en las universidades, en diversos puestos de trabajo, en varias relaciones y sobre todo en la calle. Creía que mi preparación y mi equipaje serian adecuados para permitirme un viaje interesante, pero al mismo tiempo confortable. Fui muchas veces a esa estación oscura y húmeda, sin relojes o paneles anunciando las llegadas y las salidas.

Cada vez esperaba en el andén vacío durante mucho tiempo ¨mi tren¨. A veces aparecía un tren alguno pero sin silbar o parar. Pensaba que eso ocurría  porque el destino había decidido otro momento para mí. Esa convicción me prohibía dejar de venir regularmente a la estación a  la espera de poder coger mí tren. Andando el tiempo perdí mi entusiasmo por esa huida, pero continuaba yendo más bien por costumbre o por curiosidad.

Un día de septiembre de 2666 llegó en efecto un tren y se paró. Todas las ventanas estaban clavadas y ningún pasajero apareció. De repente se abrió la puerta de un vagón. Me volví para echar un último vistazo al sol  y sentí una lágrima en mi mejilla. Abandoné mi equipaje en el andén y subí al tren.
«Viva la muerte» aulló, como último saluda a mi juventud.
Cerré la puerta y el tren salió.

Martha Olympiou 01-03-2012 (Texto escrito para la tarea de clase ´Un Viaje´)


1 comentario:

  1. ''Viva la muerte''
    Me gustó mucho esta frase.
    Y como la frase esconde la palabra vivir, alguien puede preguntarse si el tren va a llevar el protagonista a la muerte o quizás a una vida nueva...

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