viernes, 23 de marzo de 2012

La envidia poética

“A la sombra del mérito se ve crecer la envidia”,  Leandro Fernández de Moratín.
“La envidia es mil veces más terrible que el hambre  porque es hambre espiritual”, Miguel de Unamuno.

La crítica amarga, la sátira,la insinuación pérfida son hábitos comunes entre los poetas en todas las épocas, en todos los países. El célebre soneto de Quevedo, "A una nariz”, es un ejemplo de este fenómeno casi universal, de la envidia poética. El conceptista se burla con sarcasmo y precocidad de las características físicas de Góngora, pero sobre todo de su estilo culterano. En mi país, es famoso el caso de K.Palamas y G.Seferis. Por todo esto, no me extrañó para nada el caso de dos poetas contemporáneos y el surgimiento del pecado capital durante una lectura poética al alimón. Ante un público emocionado, los dos poetas recitaban sus poemas,en su turno cada uno, pero en un mal instante, el envidioso no pudo soportar los aplausos de un poema amado por los espectadores-¿quién sabe qué demonios arañaban su interior? -interrumpió el proceso y releyó el poema sustituyendo las frases positivas con negativas y al revés. El público rió sin darse cuenta del  delito cometido: la violación del poema en su totalidad y en consecuencia la  de su autor. La envidia es un sentimiento que nunca produce nada positivo. En este caso el poeta víctima tenía que defender su creación. En realidad se vengó por la humillación y la tristeza que sintió. Al final de la lectura con una frase que se le escapó inconscientemente hizo una observación rencorosa sobre el pelo sucio de su rival. Sin duda, no le importaba el estado de ningún pelo sino la suciedad de la acción imprevista, aunque aún más le dolían sus propias palabras, el lapso linguae, como nos confesó más tarde.

Stella,10-3-2012.

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