martes, 13 de marzo de 2012

Una escapada voluntaria

Su generación ha crecido con la ilusión de que viajar formaba un signo del poder adquisitivo. Pero para ella, viajar solo tenía sentido como una necesidad de recordarse a sí misma  constantemente que su pequeño mundo no era el centro del universo. Su último viaje a España lo planeaba durante años. Ese recorrido empezó exactamente cuando decidió aprender el idioma. Puesto que había vivido en varios lugares en el extranjero de pequeña, el nuevo reto fue fácil de planear desde el principio. Se matriculó en clases de lengua y un poco después, empezó a leer artículos de prensa, libros de la historia, de  arte y de cultura española en la versión original y escuchar la  radio a través de Internet para entender mejor los aspectos de la vida actual del país.
En cuanto a España, logró ver desde luego las dos ciudades más grandes, Madrid y Barcelona. El grupo de compañeras, con las que fue y ella, decidieron seguir el mismo itinerario que las agencias de viaje venden a los turistas griegos, aunque quedándose más tiempo en cada ciudad y utilizando varios medios de transporte para ver lo más posible. En total, visitaron Madrid, Salamanca, Toledo, Córdoba, Sevilla, Granada, Valencia, la Costa del Sol , la Costa Blanca y Barcelona. Lo que les sorprendió era la diversidad tanto cultural y geográfica como económica de cada comunidad que vieron. Intuyó pues, que si no hablaba un poco el idioma no se daría cuenta de muchas cosas sobre esa cultura tan semejante a la griega.
Una vez más, quedándose fuera durante casi un mes le hizo apreciar de nuevo su realidad actual y lo que quería cambiar. La importancia del último viaje en particular, le volvió todavía más consciente de que cualquiera que fuera su carrera, lo que había ganado con trabajar en diferentes países era una capacidad de integrarse en cualquier sitio a través de una actitud abierta. Ahora estaba segura, sin lugar a dudas, que podría emigrar de Grecia otra vez, y no sería una decisión forzada. Aunque España le parecía la tierra de irás y nunca volverás, había acabado por concluir que no sería necesariamente su destino elegido para vivir, sino una de las opciones para considerar seriamente. Y no en vano.
Sería difícil de olvidar  lo extrovertido que son los españoles. Su modo preferido de comunicación es hablar mucho, con gestos y sentimientos, con muchas interjecciones, abrazos y besos entre ellos. Ahora pues, entendía por qué los exámenes orales permanecían tan importantes en todas sus tareas de lengua más que otros idiomas que había aprendido de forma organizada. Ese carácter encantador lo combinan con un sentido común emprendedor tremendo.
Entre una tierra hecha por materias primas para los dioses, un espíritu comercial ávido e innovador, una lengua hablada por la mitad del planeta y un amor por la vida, los españoles lo tienen todo. ´Aunque apenas lo reconozcan´, pensó Ifigeneia, y empezó a planear la escapada voluntaria de una actualidad estancada que ya había tolerado más de lo que debía . Aquella Ifigeneia, como si fuera la heroína de Eurípides, no sería sacrificada por los pecados de sus antepasados y los crímenes de sus contemporáneos, sino que cumpliría su propio destino.´

Uranía 03-03-2012                                           (Texto escrito para la tarea de clase ´Un Viaje´)

                                                                                      

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