sábado, 26 de mayo de 2012

Algo muy grave...

        Algo muy grave va a sucederle a este país...
La frase del título expresa, en mi opinión, un miedo muy real para el futuro inmediato de Grecia, y por desgracia no tiene nada que ver con un presentimiento absurdo. En cambio es una conclusión lógica, que se basa en la realidad concreta que hoy día afronta nuestro país.
Todos nos damos cuenta de que Grecia se encuentra ahora muy cerca de la bancarrota, mientras que las condiciones de la vida cotidiana de los ciudadanos van empeorándose cada día más. El paro es un problema clave, lo que es la causa de que un alto porcentaje de familias vivan hoy bajo el nivel de la pobreza. Muchos de los que todavía tienen trabajo ven sus ingresos radicalmente reducidos, a causa de los recortes efectuados en los sueldos, por un lado,  y del aumento de los impuestos de toda índole, por el otro. Los jóvenes del país ven que no hay un futuro para ellos aquí y muchos, entre los más cualificados, deciden emigrar, con la esperanza de encontrar más oportunidades fuera del país. El mercado está muriendo, a causa del descenso abrupto en el consumo, que a su vez se debe a la disminución de ingresos en los presupuestos familiares. Negocios tienen que cerrar definitivamente, despidiendo a sus empleados que no habían sido despedidos antes, y todos ─o casi todos─ están sufriendo una caída, más o menos sustancial, en el nivel de vida al que estaban acostumbrados. Por otro lado el sector público, que hasta ahora ha desempeñado un papel muy importante en el día a día de los ciudadanos, está funcionando a duras penas, encontrándose en un estado de estabilidad extremamente precaria: los hospitales, las escuelas, los servicios públicos relacionados con la salud y la seguridad de los ciudadanos se ven afectados cada día más, mientras que la amenaza de que el sistema sufra un colapso general, de un día a otro, es muy presente y real. A causa de esta situación, son pocos los que no están experimentando una incertitumbre tan depresiva, que ha convertido al país  en un lugar donde la sonrisa se ha eclipsado y donde todos están enfadados y malhumorados, buscando enemigos y culpables entre todos.
El pueblo está indignado ─y con mucha razón─. Pero la indignación, por muy justificada que esté, no es un estado anímico que permita pensar, para intentar encontrar la salida menos penosa y para afrontar los problemas de una manera racional. Los dos partidos políticos que alternándose en el poder han gobernado el país durante los cuarenta últimos años, reciben ahora ─y para nada injustamente─ gran parte de la ira de la población. En especial el partido que tuvo la mala suerte de encontrarse en el poder cuando estalló la crisis, ha sufrido una caída vertiginosa en su porcentaje electoral, mientras que tampoco el otro se vio a salvo del furor popular.
Sin embargo, la crisis a la que Grecia se enfrenta hoy se debe, en mi opinión, a problemas estructurales de su economía, que datan del fin de la segunda guerra mundial, si no de aún más lejos en el pasado. Seguro que la mala administración, por parte de los gobiernos de los últimos años, tiene una parte considerable de la responsabilidad, esencialmente porque estos gobiernos no quisieron ver lo que se nos venía encima, para tomar las medidas necesarias para evitar la catástrofe, sin pensar en el llamado "coste político". Por otro lado la corrupción, que ha tomado dimensiones enormes y que se ha infiltrado en todos los sectores de la vida pública de este país, tiene tanbién parte de la responsabilidad. Pero, lo más importante, para mí, es que Grecia, desde hace mucho tiempo ya, ha dejado de producir. Es por eso que no tiene ninguna autosuficiencia, en cuanto se refiere a los bienes que son esenciales para la supervivencia  misma de su población. En efecto, su economía se basa, casi en exclusiva, en el sector de los servicios ─el turismo, principalmente─, mientras que los préstamos, que están aumentando la deuda internacional del país, forman el combustible principal de una  economía basada en el consumo. No es que los griegos sean vagos, o que no quieran trabajar. Es que su duro trabajo no es productivo. Por mucho que esto nos duela, es la verdad que todos sabemos. No nos gusta que la señora Merkel, o el señor Schäuble nos den lecciones, sin embargo es cierto que el país tiene sus propias  responsabilidades para la crisis en la que se encuentra hoy. Igualmente es verdad que otra parte de la responsabilidad la tiene la crisis bancaria internacional y la crisis monetaria del euro, pero todos en el fondo sabemos que Grecia ─por culpa de sus gobiernos, pero también por culpa del pueblo que mientras que el dinero prestado garantizaba la prosperidad, votaba con entusiasmo para que estos gobiernos se formaran─ se ha dejado convertirse en un país propenso a verse afectado por cada fluctuación de la economía internacional. Es por eso que ahora Grecia es el eslabón mas débil  de la economía europea.
Es un hecho indiscutible que un gran porcentaje de los griegos están echando la culpa de la situación en la que nos encontramos hoy al maldito Memorándum ─­el “Mnimonio” ese de los mil demonios─, o sea al paquete de medidas que han impuesto al país los que le han prestado dinero. Un dinero que, sin embargo, Grecia necesitaba absolutamente, para salvarse de la bancarrota inminente y para poder cumplir con sus funciones más elementales. En contra de lo que cree  la mayoría de mis compatriotas, en mi humilde opinión el Memorándum no ha sido la causa del presente deterioro de la economía griega, sino su efecto. El deterioro ─ya lo he dicho─ se debe para mí a los defectos estructurales de la economía griega, defectos que los que nos han gobernado todos estos años, no pudieron ─o no quisieron─  corregir en su momento . Es cierto que la eficacia de cada una de las medidas que contiene el “Mnimonio” ─entre las cuales hay, de todos modos, algunas que podrían ser beneficiosas, si se implementaran─  se puede  discutir. Sin embargo, para mí está claro que, por el momento, el país no tiene gran poder para negociar mejores condiciones bajo las cuales le prestan el dinero tan necesitado. Hay un refrán inglés que dice que “los mendigos no pueden exigir”, pero reconozco que llamar “mendigo” a  un país tan orgulloso como Grecia, podría herir muchas sensibilidades...
De totod modos, creo yo, la cuestión que ahora debe importarnos más, no es tanto cómo nos vamos a vengar de los que juzgamos responsables para la situación de hoy (dependiento de las ideas y afiliaciones políticas que tiene cada uno de nosotros). Tampoco es lo más importante darles a los culpables el castigo que, sin duda, merecen. Lo que se necesita más urgentemente de nuestra parte, es encontrar la salida menos penosa de esta situación tan grave. Lo esencial es ganar tiempo, para poder corregir lo que no está bien. En un artículo que he leído recientemente en "El Pais", Timothy Garton, un catedrático de la Universidad de Oxford, resume muy bien la situación dolorosa en la que los votantes griegos nos encontramos ahora, diciendo que las únicas alternativas para Grecia en estos momentos son malas, peores o pésimas. Tenemos el deber de elegir la que es la menos mala,  aunque esto se haga con mucho asco....
Para mí lo que de todos modos tenemos que evitar, es salir de la Unión Europea.
No tanto por razones económicas, que sin duda son importantísimas, sino por razones principalmente políticas. Los más jovenes, los que no han conocido a flor de piel lo que fue la dictadura que este país padeció, avanzado ya el siglo pasado, no pueden apreciar los méritos de la democracia de la que ahora gozamos. Así que con gran ingenuidad ─para mí alarmante─ afirman que lo que hoy vivimos en este país en es en efecto una dictadura. ¡No lo es! La libertad de la expresión, la igualdad de derechos entre hombres y mujeres, y entre personas de creencias, colores y nacionalidades diferentes, no es algo de lo que uno puede pasar. Al contrario, es algo inmensamente valioso, algo logrado después de años, décadas ─siglos aún─ de esfuerzo humano. Por mucho que Europa nos parezca hoy deshumanizada y preocupada sólo por cuestiones económicas, bancarias y fiscales, la verdad  es que aun es un oasis de libertad y de respeto a los derechos humanos básicos, en el mundo de hoy. Cierto que hay mucha desgracia y mucho dolor humano también en Europa. Sin embargo nadie se atrevería a decir que la situación de Europa, en este respecto, puede compararse con la de otras partes del mundo...
El respeto a los derechos democráticos de los que hoy gozamos, es en efecto algo del que no podemos ─¡y no debemos!─ prescindir. Tampoco podemos prescindir de la seguridad que supone para nuestro país ─que no es grande, ni poderoso─ el hecho de pertenecer en una familia de naciones que no pueda ser militarmente agredida, sin gran riesgo. La situación económica, más pronto o más tarde, va a cambiar en Europa, simplemente porque las cosas no pueden continuar así y además porque está en el interés común que las cosas cambien. Los pueblos europeos se van a dar cuenta de eso ─ya vemos las primeras señales─ y si la democracia aún persiste, elegirán gobiernos que van a seguir caminos diferentes. Lo que ahora debemos hacer nosotros es permanacer a toda costa dentro de la familia europea y no arriesgar, bajo cualquier pretexto, un éxodo heroico, como aquellos de los que está llena nuestra historia.
Si no, mucho me temo que algo muy grave va a sucederle, en efecto, a este país...

                                                      
 Tina Dugalí                                                                                               Atenas,  24 de mayo 2012


(Texto escrito para le tarea de clase con el tema: "Algo muy grave va a succeder...")

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