Viajábamos
desde las cuatro de la madrugada y eran ya las nueve de la mañana pero teníamos
aún muchas horas de viaje. Yo, como todos los chicos estaba muy entusiasmado y
feliz proque era la primera vez que viajaba a otro país y todas la cosas que veía
me parecían tan bonitas. Pero a veces me sentía muy triste y el viaje me parecía
una eternidad. Estaba seguro de que iba a echar mucho de menos a mis amigos, a mis
primos y sobre todo a mis abuelos. Me sentía engañado por mis propios padres. Me habían prometido muchas
cosas para que me fuera con ellos; me decían que tendría todos los juegos que
quisiera, y ropa muy bonita y amigos nuevos y lo más importante: ¡una vida
mejor! ¿y qué era esta vida mejor? Yo tenía ya una vida maravillosa. Tenía a mis
amigos que me querían muchísimo y lo pasábamos muy bien. Eran los mejores
amigos del mundo, porque hacíamos todo tipo de disparates y no me habían
traicionado jamás. También tenía a mi abuelita, que me esperaba siempre en la
puerta con la mejor comida que solo ella sabia cocinar. Y mi abuelo, un hombre
tan sabio que me contaba unas historias increíbles. Me contaba historias de la
guerra y como ellos habían ayudado a los partisanos y cosas así. Eran casi las
2 de la tarde e hicimos una parada en una estación de servicio, un poco fuera
de una gran ciudad. Todo era un bello entorno para mí pero al mismo tiempo todo
desconocido. En ese instante hubo un momento de pavor. Sin embargo, este viaje
tenía un sentido único y cada pensamiento desesperado no tenía ninguna
importancia. De nuevo en la ruta y las horas parecían siglos. Yo les preguntaba
todo el tiempo: cuánto queda para llegar a ese dichoso lugar, y ellos me respondían: un
poco más, un poco más. Finalmente llegamos. Eran las cuatro de la tarde. Mi
corazón latía muy fuerte. En ese momento me sentía muy alegre y curioso también.
Quería ver todo: las casas, las calles, las tiendas, los árboles, todo de una
vez. Mi paciencia estaba agotada y quería correr como un loco. ¡Todo un mundo
para descubrir!.....
Niko Stefa 25/04/2012
Enhorabuena Niko, que te escribas muchos más...
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